El no a la guerra le resultó al PSOE tan insólitamente rentable que ahora están volcados en la secuela: el no a la paz, puesto en boca del PP. Secuela más necesaria que nunca tras el 30-D, primer accidente de ese camino largo que han emprendido el GAL y la ETA.
El mensaje es burdo, cierto. PSOE quiere paz, PP quiere guerra. Nadie sería capaz de llegar a esa conclusión con su intelecto, por lerdo que sea. Pero es que el mensaje no se dirige a la razón, sino a esa zona del inconsciente donde apuntan los mensajes publicitarios, blanco de la propaganda subliminal, y que los estrategas del GAL conocen como nadie. Desde luego, mejor que sus oponentes.