ha transmitido muchas veces, al hablarnos de estos hombres, sus deseos en lugar de las realidades. Había demasiada verdad en el primer impulso de los europeos que se negaron, en el siglo de Colón, a reconocer por semejantes suyos a los hombres degradados que poblaban el Nuevo Mundo. Los sacerdotes emplearon toda su influencia en contrarrestar esa opinión, que fomentaba demasiado el bárbaro despotismo de los nuevos señores... En fin, Robertson, que no es sospechoso, nos advierte en su Historia de América
"que debe desconfiarse sobre esta materia de todos los escritores que han pertenecido al clero, visto que son demasiado favorables a los indígenas".Joseph de Maistre, Las veladas de San Petersburgo
__