20 julio 2007

La mirada inocente

Novela biográfica, o novela de aprendizaje, si queremos utilizar un término más o menos técnico, es esta que Tusquets resucita para el público español. Es un momento en que el creador del comisario Maigret está siendo recuperado como novelista no sólo policíaco. En esta ocasión, Georges Simenon nos propone el punto de vista de un pintor expresionista que llega a serlo gracias a su extrema sensibilidad. Louis Cuchas crece en un entorno de gran sordidez, con una madre soltera que no sabe vivir sin un hombre a su lado, claro que siempre cambiante y por la noche, que durante el día se gana bien la vida. Sus hermanos lo son de padres diferentes y la intimidad (y por tanto, el pudor) en su modesta vivienda brilla por su ausencia. Con el tiempo, tanto el hermano mayor (Vladimir) como los gemelos (Olivier y Guy) se marcharán de casa y sobrevivirán de modos no siempre confesables. Louis contempla todo ello no con horror ni asco, como se atribuye a los pintores expresionistas, sino con esa inocencia que da título al libro y que no consiste tanto en ausencia de malicia como en la renuncia a emitir un dictamen moral. El Angelito (le petit saint, título original de la obra) es como llaman a Louis en la escuela, ya que nunca se defiende de las agresiones de sus compañeros y simplemente ve: ve a través de su inocencia, de su cinismo inconsciente, que luego se convertirá en infancia voluntaria.

Nota redactada en octubre del 2003

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