26 julio 2007

Cartas a un joven novelista


Cuando uno se apasiona por un objeto, le da por destriparlo, intentando conocer su mecanismo, los secretos de todas y cada una de sus partes, aunque no esté enamorado de las partes, sino del conjunto. Es lo que le sucede a Vargas Llosa con la novela. La mayor parte de las cosas que dice en este libro las había dicho ya con anterioridad, pero no puede por menos de repetirlas, entusiasmado como está con esa modalidad de arte que llamamos novela. En todo caso, el libro es sumamente útil para los estudiantes de teoría literaria; podría servir incluso como manual de apoyo en Filología. Porque lo que hace don Mario es explicar con amenidad los procedimientos típicos del novelista, en lo que se refiere al punto de vista, el tiempo, el nivel de realidad... con su ya conocida terminología: la caja china, los vasos comunicantes... Uno de esos conceptos, sin embargo, me resultaba desconocido y me ha llamado la atención: el dato escondido. Se trata de un hecho que no se nos cuenta, pero que está ahí, en la trama, como dato fundamental. Y la consideración de este procedimiento le lleva a Vargas llosa a una teoría sugestiva: que la novela consiste no sólo en lo que dice, sino en lo que calla. Idea que lleva de la mano a esta otra: la pretensión stendhaliana de que la novela fuese "espejo de la realidad" es pura quimera. La realidad no se deja atrapar en los estrechos límites de una novela.

Nota redactada en julio de 1999.

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