26 octubre 2010

Moby Dick



Lo mejor de esta novela es el primer párrafo, los parlamentos shakespearianos y le épica caza de la ballena en los últimos tres capítulos. No necesariamente por este orden. En cambio, no acabo de verles la gracia a tantas digresiones sobre las ballenas, la navegación, etc. Me pregunto si con ellas el autor pretendería inyectar un plus de heroicidad y novelería a la epopeya de Ahab, así como las ficciones tan ideales intercaladas por Cervantes en el Quijote sirven, según algunos, para comunicar más realidad a las peripecias del caballero, por contraste.

En todo caso, una de las cosas que más sorprenden en esta novela es esa ironía o ese humor que se hallan un poco por todas partes y que parecen un contrapunto a esa confrontación colosal entre Ahab y Moby Dick, como si el propio Melville (o Ismael, si se quiere) quisiera distanciarse de su creación (o de su historia). Nunca olvidaré, como ejemplo soberano de esa ironía, el comentario de aquel capitán en el sentido de que los arponeros más piadosos eran los más ineficaces, pues su religiosidad les restaba fiereza. Sabiéndolo o no, enunciaba una clave de interpretación de la historia moderna.

Nota redactada en agosto del 2009

Otras referencias a Moby Dick aquí y aquí


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