Cuando ella entró por la puerta de la Casa de Atlanta de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro, cayó en manos de mujeres que no se escandalizan de nada y que aman tanto la vida que pasan la suya haciéndosela agradable a aquellos que han sido declarados incurables de cáncer.
Flannery O´Connor, en su semblanza de la niña Mary Ann, recogida en El negro artificial y otros escritos.
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Una de las tendencias de nuestra época es utilizar el sufrimiento de los niños para desacreditar la bondad de Dios y, una vez que se ha desacreditado su bondad, se rompe con él... Con esta compasión que sentimos hacia los que sufren, se hace patente un aumento de sensibilidad y una pérdida de visión. Si otras épocas sintieron menos, veían más, aunque fuera con el ojo ciego, profético y nada sentimental de la aceptación es decir, de la fe. Ahora, con la falta de fe, nos dejamos llevar por la sensibilidad. Es una sensibilidad que, desde que se separa de la persona de Cristo, se convierte en teoría, no es real. Cuando la sensibilidad se separa de su verdadera fuente, el resultado lógico es el terror. Termina en campos de concentración o en la cámara de gas.
... o en leyes sobre muerte digna.
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