14 diciembre 2006

España quijotesca

Veinte años más tarde [de España defendida, de Quevedo], la dura realidad era ya bien manifiesta. Un oscuro benedictino, fray Benito de Peñalosa, escribía la verdad más cierta sobre la exaltación extremosa con que España se consumía en su empeño, resignada a la miseria que acompañaba a su grandeza: Libro de las cinco excelencias del español que despueblan a España para su mayor potencia y dilatación (1629). Esas excelencias son: la religión propagada y defendida por todo el orbe, la gran abundancia de teólogos y legistas, las armas que han conquistado la mayor monarquía conocida por los hombres, la hidalguía que tiene mal distribuidos sus privilegios, y el oro americano gastado con prodigalidad. Efectivamente, España adolece de las propias excelencias, grande en su propósito y en sus hechos, pero insensible al propio daño, sin la necesaria flexibilidad para acomodarse a la evolución de los tiempos y de los pueblos, inconmovible en su apartamiento de todos.

Ramón Menéndez Pidal, Los españoles en la historia

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