07 diciembre 2022

Alba Grey

 

Alba Grey es toda una novela rosa, lo que no quiere decir que sea una novela mala, claro. Hay novelas policíacas excelentes desde el punto de vista literario, y lo mismo de aventuras, de ciencia-ficción e incluso del Oeste, supongo. La tal Alba es una figura misteriosa casi durante toda la primera mitad de la novela, puesto que apenas aparece; solo se la nombra, y eso hace crecer la expectación hacia ella. Este juego es peligroso, porque si luego el personaje no colma tus expectativas, pues eso. Es lo que creo que pasa aquí. Bien, Alba Grey es la nieta de un viejo aristócrata que se pasa muriéndose la primera parte de las tres de que consta la novela. De hecho, es que no le da la gana morirse hasta que no vea a su nieta, cosa que al fin consigue: las dos cosas, ver a la nieta y morirse. La segunda parte se centra más en el primo Lorenzo y en sus conversaciones en Egipto con una tía de ella, mujer de mundo. Alba termina por hacerse dueña del relato y la vemos oscilar amorosamente entre su primo Lorenzo y su otro primo Gian-Carlo [sic], venido a menos y residente en Nápoles (la familia, por cierto, es italoespañola). [destripe] Mulder nos muestra bastante bien el proceso de enamoramiento entre Gian-Carlo y Alba, que acaban casándose. Pero el italiano resulta ser un tipo supersusceptible, patético tras su máscara de bohemio cínico, y sus celos le llevan a una muerte violenta. Alba matrimonia de nuevo con Lorenzo, de modo que se cumplen inopinadamente los deseos del abuelo, quien en su lecho de muerte había pedido alternativamente a Alba que se casara con Lorenzo y con Gian-Carlo, lo segundo para saldar una deuda que tenía contraída con la madre del tal. [fin del destripe]

En mi primera experiencia con Elisabeth Mulder me encuentro con una novela que, si impecablemente escrita, se queda como en un resumen de lo que podía haber sido un novelón estilo XIX. La protagonista ya digo, no me parece muy definida, a pesar de que la trama nos la hace intuir como un carácter fuerte, y otros personajes me dan la impresión de que podían haber dado mucho más de sí, como esa pariente egiptóloga o alguna otra figura femenina cuyo relieve en algún momento de la historia (la institutriz) no llega a ligarse de modo convincente con la trama principal. Dickens lo habría logrado.

En todo caso, la autora de la introducción, María del Mar Mañas Martínez, nos hace un análisis tan bueno que te acaba convenciendo. Y, es cierto, Mulder describe los sentimientos como se espera de un buen novelista y como suelen hacerlo las escritoras, por lo general. No es Jane Austen ni George Eliot, pero pasa el examen.

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