las personas que critican la permisividad de las costumbres de hoy; y sin duda no son liberales, porque tienen convicciones y están seguras de cómo las cosas deberían ser, pero no muestran la mínima intolerancia. Simplemente piensan como aquella viejecita inglesa que mostraba los límites de la tolerancia a propósito de las que entonces se llamaban "costumbres griegas" del señor Oscar Wilde: "No me preocupa lo que haga, mientras no lo haga en la calle y asuste a los caballos".
José Jiménez Lozano, Los cuadernos de Rembrandt
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