29 julio 2011

No es un padre predicador

Es mucho más duro.

El principal sentimiento que desvelan los suicidas es rabia. Odio. Rechazo absoluto. Como si la muerte fuera la peor ofensa que pudieran habernos ocasionado, como si su muerte fuera una agresión brutal, no contra sí mismos, sino contra nosotros, contra los que nos quedamos. La muerte del suicida no mueve a tristeza, el suicida está muerto porque para eso se suicida, forma parte de su misma esencia, ¡que se mueran los suicidas! Esa voluntad de morir es algo tan incomprensible y tan violento que piensas que no lo vas a comprender ni perdonar jamás. Si el descanso eterno de los muertos depende de lo que dejan de sí mismos en los vivos, los suicidas nunca tendrán descanso eterno.

Luis Ramis, narrador, en Andreu Martín, Cero a la izquierda

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