28 junio 2011
El zorro ártico
Miseria de la traducción: el título original, Skugga-Baldur, puede referirse, según nos indica Enrique Bernárdez, tanto a un nombre propio como a la especie de zorro que da título español a la obra. Pero esa ambigüedad se pierde en la traducción. También imagino que se podría comprender mejor esta novela si uno estuviera inmerso en la tradición folklórica islandesa. Tal como nos dice también Bernárdez, Sjón parte de una clase de fábulas muy populares en el país para construir esta su pequeña pieza maestra.
Pieza maestra, sí, pues, si su embrión es una fábula, Sjón la transfigura mediante un impecable arte de narrar, que se complace en jugar al desconcierto con el lector, animando así a continuar la lectura: hasta casi el final no comprendemos (de acuerdo, hablaré por mí: no he comprendido) lo que sucede, debido a una presentación elíptica, a lo Faulkner, de personajes y hechos, pero sin el fárrago del norteamericano, que más disuade de leer que anima a ello. Empieza con un relato de caza a lo Jack London, en medio de los hielos, que se corta bruscamente para mostrarnos a otros personajes de los que intuimos que dos son disminuidos psíquicos. La narración es discontinua, además, en el tiempo y alcanza la cima del desconcierto cuando, rompiendo las reglas del juego, aparece el elemento fantástico, en forma de zorro que resucita y habla. Al final, queda claro el mensaje de defensa de la dignidad humana, con el malo castigado y todo, como en los cuentos populares.
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