18 mayo 2011
Visto y vivido
Es difícil imaginarse algo más alejado de los tópicos izquierdistas sobre la Falange y la Sección Femenina que Mercedes Formica. En realidad, representó basante bien ese espíritu, tan alejado del conservadurismo como del nihilismo socialista, que José Antonio quiso imprimir a su movimiento.
Por lo que vemos aquí, fue una mujer de mundo, universitaria en un momento en que muy pocas mujeres iban a la universidad, con inquietudes sociales aunque bien relacionada con las clases altas, y de una feminidad fuera de toda duda. El ser hija de un divorciado le daba además cierto pedigrí progresista, pero Mercedes no consideraba el divorcio como un avance social. De hecho, "se trata de la mala solución a situaciones límite". Sí que luchó siempre, en cambio, por mejorar la situación de las mujeres separadas, que en los años republicanos era de una dramática precariedad, y así lo vivió ella misma.
Este libro no nos habla de su labor posterior, en la era de Franco, como promotora de mejoras sustanciales en el estatus jurídico de la mujer española, pues abarca los años de la República y el estallido de la guerra. Pero ya nos permite entreverla en su carácter y formación, que tanto chocó con ese zócalo negro, chispeante metáfora con que alude al susodicho tópico de la mujer ranciamente conservadora.
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