11 mayo 2011
Romper o no romper (el pacto antiterrorista)
En los medios afines a la derecha, el dilema está adquiriendo proporciones hamletianas. Sin embargo, el pacto antiterrorista fue siempre una ficción, un tramoya levantada para encubrir el auténtico pacto: el suscrito entre dos facciones de izquierda que descubrieron que quizá, a pesar de todo, el mundo no era demasiado pequeño para las dos.
Oh, pero en aquel pacto, el de pega, los populares vieron a la diosa democracia cara a cara: las dos fuerzas políticas mayoritarias unidas frente a los violentos. Demasiado bonito, demasiado democrático para ser falso. Al paletismo de (presuntos) neófitos que se gasta la derecha le horroriza pensar siquiera que el PSOE haga frente común con ETA. Y la izquierda coge ese cable al vuelo: ¡el primero que lo diga, ultra! Un nuevo lance en el juego que la izquierda se trae con la derecha desde la transición: ¡baila, baila!
Tiene razón el ultra, Mayor Oreja, cuando dice que el pacto está muerto de hecho, que la ruptura formal es lo de menos. Y Basagoiti tiene razón hasta el 23 de mayo: en el electorado hay mucha gente (voy a decir gente, sin entrar en géneros, para no liarla) a quien le mueve esa clase de resortes emocionales: ¡El PP rompe la unidad de los demócratas! Y, como dijo el profesor Aranguren en sus años de fervor franquista, ¿hay alguien menos libre que el demócrata?...
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