19 abril 2011
Diario de un niño tonto
El diario de un niño es sólo el pretexto formal para ensartar agudezas al estilo de La Codorniz: una visión del mundo desde el punto de mira insólito de alquien a quien no le funciona el sentido de la lógica. Puede decirse, como se ha dicho, que es la crítica a un universo lastrado por las convenciones, una ruptura con el tópico, y todo eso es cierto, pero muchas veces no es más que un intrascendente jugueteo con el lenguaje, sin ánimo de tomarse en serio cada salida de Tono, por utilizar otro juego de palabras que seguramente ha oído mucho el autor. Junto a disparates y ocurrencias más o menos graciosas, se percibe a veces un irónico despego de los idealismos, por ejemplo del amor en el sentido romántico: la caricatura que hace la última página del Diario es, en este sentido, definitiva: "comprendí que el amor no era lo que yo me había figurado, y fui y me casé con tu madre". Otro de los mejores momentos es la página 61, donde vislumbramos el secreto de la fuente de este humor absurdo: el aburrimiento, el mortal aburrimiento de la vida de nuestro tiempo: "¿qué más da vivir como una lechuga que como un hongo?", reflexiona el padre cuando el niño le dice que acabaremos viviendo como las lechugas. De todos modos, Tono no está teniendo fortuna editorial: esta colección de humor La mandíbula batiente, de Ediciones Mascarón, no es de ahora mismo y tampoco es un prodigio de esmero en la presentación, pero por lo que puede verse editó cosas de calidad, como las Memorias de Mihura o el Relato inmoral de Fernández Flórez.
Nota redactada en marzo del 2001. La portada que reproduzco no es de la edición que utilicé. Al parecer fue editado también por Temas de hoy, en la colección "Clásicos del humor"
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