15 marzo 2011

Los que asaltaron la capilla de la Complutense

se hacen llamar antipoder o contrapoder, no recuerdo. Es una muestra de la inopia ideológica de la juventud de izquierdas, por supuesto. Pero es también un nombre sutilmente orwelliano. ¿Contra el poder? ¡Pero si estas hordas son lo más sumiso que existe! Son, de hecho, la partida de la porra de los zapateros, obamas y camerons, las juventudes hitlerianas del totalitarismo débil.

Ocurre que donde dicen poder quieren decir autoridad: dos conceptos no sólo diversos, sino hoy por hoy antagónicos. Sus enemigos no son los políticos, sino los curas o los maestros. Es lo que necesitan los poderosos sin escrúpulos: rebeldes a la autoridad, dóciles al poder. Casi puede oírseles cantar lo de Pink Floyd, con aquel coro de orcos: “no necesitamos educación, no necesitamos control mental…” Control mental, sí, porque además han sido enseñados, orwellianamente, a alterar los conceptos e ignorar que el control mental pasa por vaciar la mente, cosa que está consiguiendo con envidiable eficacia la educación socialista: otra inversión de los términos, pues es sabido lo que como educación se vende en nuestras escuelas.


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