31 marzo 2011
Humanismo II. Tareas del espíritu
Disciplina en el trabajo, orden en tus asuntos, sociabilidad, la importancia del olvido de sí en las relaciones familiares... Todo lo que uno ha aprendido como parte de una ascética cristiana está aquí como desarrollo del mero hecho de ser hombre. Lo que confirma que la gracia no actúa a pesar de la naturaleza, sino apoyada en ella. Juan Luis Lorda ha querido aquí, en efecto, mostrar cómo muchas virtudes que se piensan cristianas son patrimonio de todo ser humano; sin decir que quien las practica está mucho más cerca de recibir la gracia, pero pensándolo, sin duda.
Sin quitar importancia a toda esa ética del trabajo que se expone en el tercer capítulo, quizá lo más interesante del volumen sean los capítulos que se dedican al gobierno, la educación, la familia y el sentido religioso. Sí, el sentido religioso, pues, como bien dice Lorda, este forma parte inseparable de lo humano, y es bueno recordarlo en momentos en que se nos quiere convencer de que es una excrecencia tolerable hasta cierto punto.
Es difícil, sin embargo, escoger alguna aportación original. Lorda no quiere más que exponer cosas sabidas desde muy antiguo y plenamente razonables, pero que han dejado de enseñarse por extraños prejuicios que aún no sabemos cómo juzgará la historia. Hay que destacar, también, la selección de 5oo libros sabios con que concluye el autor su discurso. Junto a autores poco difundidos cuya devoción compartimos (Yepes Stork, Llano, Pieper) están ahí Aristóteles, Tolstoi, Saint-Exupery, Julián Marías...
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