05 octubre 2006

A ver qué tal los carnavales

Andan en esos levantes que si quitan las fiestas de moros y cristianos, o las suavizan un poquito, no vayan a ofenderse los del turbante. Bien. Supongo que la cosa no quedará ahí y que en los próximos carnavales se meterá un paquete a todo aquel que se vista de cura o que de un modo u otro haga mofa de las creencias cristianas, como suele ser habitual en carnestolendas. Imagino también que se obligará a las librerías a tener bien ocultos los códigos davincis y toda la porquería impresa que a diario se lanza contra el cristianismo y se exhibe sin pudor en los estantes. Imagino.

Porque si merecen un respeto los que a la mínima que se les hace (o piensan que se les hace) se ponen a incendiar y a matar, a mucho más somos acreedores los que en tales casos nos limitamos a expresar nuestro disgusto. Siempre he oído que quien defiende sus cosas con intemperancia pierde automáticamente la razón. Si los próceres levantinos van a seguir permitiendo lo que he dicho más arriba, habremos de entender que ahora no obran por respeto, sino por miedo. Cosa que, también me enseñaron, es radicalmente diversa.

O, si no, habremos de entender que quienes en la transición quemaban librerías andaban en su justo derecho, y eran los libreros los que tenían la culpa por exhibir portadas que ofendían sensibilidades.

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