En El archipiélago Orwell, Mercedes Rosúa traza un inquietante paralelismo entre la China de Mao y el sistema educativo español. Se refiere también a la recepción de sus experiencias en España:
"En el otro extremo del mundo, Occidente, con las prolongaciones del 68, mitificaba el rito de la libertad sexual y hablaba con divertida curiosidad del exótico caso chino de castidad insoportable. El credo en boga era por entonces, en su versión de consumo rápido y digestión ligera, la guerra a la represión a frecuente golpe de ariete genital, lo que hacía doblemente patético el puritanismo socialista y, por extensión, a los sometidos temporalmente a sus normas. A mediados de los setenta, cuando la ex cooperante volvió a España y comenzó a intentar explicar el mundo que había dejado tras sí, el interés del periodista con quien conversaba en la redacción de un semanario parecía girar en torno a la lacerante cuestión ¿Cómo te las arreglaste? ¿Cómo podía un ser humano vivir, días, semanas y largos meses, sin el coito reglamentario? Era una retención tan impensable como la de orina, el famoso, simple e indispensable vaso de agua tan citado en los postulados al uso. El resto, el enorme resto del paisaje, empalidecía en contraste con los llamativos tonos de la escandalosa abstinencia sexual."
Así se explica: comité audiovisual catalán (y quizá español); frente contra la investigación del 11-M; "seremos implacables contra quien ponga en duda..."; paridad obligatoria en los consejos; tal vez leyes mordaza contra internet...
¿Qué más da? Sigue, cariño.
__