No lo sabía -la respuesta de aquellos a los que se les habla de la tortura, de los campos de concentración, de la cárceles, de las confesiones forzadas de los acusados, de los internamientos de políticos en manicomios- no es una disculpa válida. Nadie está obligado a inventar la pólvora o a descubrir la teoría cuántica. Pero, por otra parte, una inteligencia elemental es un deber. Sobre todo para un cristiano, que tiene que estar siempre alerta ante las tentaciones. Y la estupidez es una tentación. Y no sólo para un cristiano. Y esto a causa de una constatación experimental objetiva: nadie sabe nada, pero todo el mundo lo sabe todo.
La ignorancia, la estupidez, el paso a ciegas por la vida y por las cosas, o el paso indiferente son cosa del diablo. El samaritano no ha sido sólo bueno; tembién ha estado atento: ha sabido ver.
Nicolae Steinhardt, El diario de la felicidad
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