23 febrero 2011

La diferencia prohibida


No pasa nada por afirmar que la Iglesia católica es quien con más empeño se ha comprometido en la lucha por el auténtico concepto del sexo y la familia; pero tampoco por sostener que esa lucha no es la de una religión o una iglesia, sino que le compete al ser humano porque en ella se juega su supervivencia e incluso el propio conocimiento de sí mismo. Por eso Tony Anatrella ha realizado en este libro una contribución valiosísima. Jesuita y consultor del Consejo Pontificio para la Familia, se mantiene alejado en todo momento de cualquier perspectiva confesional o religiosa e incluso moral. Su denuncia de las falsas concepciones en torno a la sexualidad, difundidas en el último tercio de siglo, se mantiene siempre en un nivel estrictamente científico. Su perspectiva es la de un psiquiatra que no tiene empacho en asumir conceptos freudianos como el complejo de Edipo, la castración psíquica, etc, hasta el punto de que su lectura se ve dificultada a veces a causa de este vocabulario especializado y a pesar del esfuerzo del autor por mantenerse en un plano divulgativo. Con todo, su interés es indudable.

Nota redactada en enero del 2010

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