08 marzo 2010

Terrorismo profiláctico


Recuerdo que en la película Arriba Hazaña se ridiculizaban esas prédicas de los viejos ejercicios espirituales en las que se trataba de inspirar el horror al infierno. Habían llenado la pizarra de ceros con un uno delante y decían: “imaginaos que todo eso son años; más aún: siglos...”; bien, pues todo eso era nada en comparación con la eternidad de las penas infernales. Una vez oí a un padre jesuita, más hijo él de su tiempo, llamar a tales prácticas “terrorismo ascético”.

Ahora Sanidad nos va a regalar, en su maternal afán por salvarnos del tabaco, unas cajetillas adornadas con imágenes de cánceres, infartos y otras truculencias. ¿Cómo llamarle a eso? ¿Terrorismo profiláctico...?

Ya de paso, podrían vender los condones con fotos de muchachas apostadas en una esquina, los brazos en jarras. Pero no sería muy eficaz porque tales productos los compran sobre todo maromos a quienes el futuro de sus eventuales concubinas les importa muy poco: sería, en todo caso, una opción, tan respetable como la que más.

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