23 marzo 2010
El metro de platino iridiado
Sí, la protagonista de esta novela es realmente "el metro de platino iridiado": alguien con quien todos se comparan o se miden. Pero no porque sea un dechado de cualidades (es, de hecho, una mujer del común), sino por su admirable equilibrio emocional. Y no quiero decir que sea insensible o apática, antes al contrario, siente la pena, el despecho o el hastío como quien más, pero nunca deja que esas emociones la aneguen o arruinen su vida. Perdona la traición de su mejor amiga, se sobrepone a la muerte de su hijo, causada absurdamente por el hermano de ella, y es capaz de volver junto a un marido infiel, cruel y presuntuoso, "porque les quiero", aunque ese querer sea más de voluntad que de afecto. En todo ello, María es la antítesis de su hermano Gonzalo, el homosexual infeliz (si no hay redundancia) que, enamorado de su sobrino, llega a causar su muerte en un acceso de celos. Y lo más asombroso es cómo Pombo, aun practicando una narración finamente psicológica, evita todo tipo de valoración moral, dejando al lector que sea él quien llegue a ese tipo de conclusiones.
Nota redactada en septiembre del 2009
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