05 marzo 2010
Bajo la red
Resulta algo patético ver a estos bohemios ingleses de los 50 defender posiciones socialistas, pero lo peor estaba aún por llegar, con el 68, para no hablar de la España de los 2000. En todo caso, eso no es lo sustancial en una novela que se caracteriza por el optimismo: cosa normal si tenemos en cuenta la juventud de sus protagonistas y de su autora, en la época en que la escribió. "No sé por qué es así. Es simplemente una de las maravillas del mundo", termina su narración Jake Donaghue, lo que no deja de tener mucho parecido con el "y vio Dios que era bueno". Hablamos de unos personajes a cual más peregrino, que tunean o personalizan su vida, que no se resignan a una existencia gregaria y se mueven en las fronteras de la ley con el mayor desparpajo. La autora parece negarse, sí, al pesimismo, aunque este no deje de aflorar por ciertos resquicios. Jake Donaghue, en el fondo, no sabe qué hacer, pero mientras lo averigua jugará con fuego, burlándose de personajes del gran mundo, tan frívolos como él pero que han conseguido instalarse. Y probablemente se pueda reflexionar mucho más sobre esta novela, pero no veo en su autora a la magna pensadora que dice que era quien me instó a leerla. Narra con gran oficio, sabe crear situaciones divertidas (la de Jake tratando desesperadamente de robar el perrazo es un pequeño toque de genio), pero creo que tardaré en agarrar otra novela suya.
Nota redactada en abril del 2007.
__