No sé en su día, hoy es un típico cuento de terror, precursor quizá de tantos "ladrones de cuerpos" que han sido en cine y novela. Esto es un tipo que se asoma un día a lo que parece una mañana espléndida (está narrado en primera persona y en forma de diario) y a partir de ahí empieza a notar en su casa la presencia de un ser invisible que le bebe la leche y el agua (si hubiera sido el vino o el coñac no se le podría tomar en serio). Pero lo peor no es que esté en su casa, sino que después empieza a posesionarse de su propio cuerpo, de manera que nuestro amigo va adquiriendo una inquietante doble personalidad, similar a la de un endemoniado.
Lo más llamativo quizá de este cuento, visto en su contexto, es cómo conviven el positivismo y la presencia de seres extraterrestres, síntoma quizá de aquello de que cuando se pierde la fe se cree en cualquier cosa. Hay un bonito discurso de un doctor en el sentido de que las mentes pusilánimes inventan estas cosas sobrenaturales, han inventado también a Dios, y tal. No se sale con la suya porque el extraño ser existe, pero...
Nota redactada en abril del 2008. Es uno de los más famosos cuentos de Guy de Maupassant.
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