08 febrero 2010

El hombre delgado


Volver a Dashiell Hammett siempre es una delicia, incluso aunque desconectes del juego policíaco y te limites a disfrutar de los diálogos de esa narración rebosante de ironía. Tampoco importa, en este caso, que hubiera visto hace tiempo la película, porque William Powell no da ni de lejos el tipo de Nick Charles, no porque actúe mal, sino porque le han dado otro papel. Además, maldito lo que recordaba del argumento.

Aquí el duro está felizmente casado, lo que introduce una novedad en este género de personajes. Tal vez el hecho de que ya no se dedique profesionalmente a la investigación tenga que ver con el hecho de que la señora le aguante; pero también es verdad que se trata de una esposa encantadora y que una cosa como los celos parece quedarles a ambos a años luz de distancia. Ni siquiera el impenitente alcoholismo de Nick parece abrir la menor brecha de separación entre ambos; hay que decir que ella también sopla de lo lindo.

Por lo demás, es Hammett: si en los diálogos podría confundirse con Chandler, las descripciones no ofrecen la menor duda.

Nota redactada en abril del 2009

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