05 noviembre 2008
Pues ya está. Obama presidente.
Que sea enhorabuena. El Mundo se comprometía abiertamente ayer en su editorial: "Por qué queremos que gane Obama". No me resulta difícil compartir algunas de sus razones: el triunfo del candidato demócrata, por ejemplo, avala la idea de que en los Estados Unidos se han acabado los prejuicios raciales y de que cualquiera, en ese país, puede llegar a presidente siempre que consiga infundir la suficiente confianza en los ciudadanos.
Pero no deja de causar estupor el prejuicio que, a su vez, exhibe el periódico contra una persona determinada: Sarah Palin. Pues otra de las razones por las que era deseable, según ellos, que ganara Obama era que no llegase a presidente una persona como la gobernadora de Alaska.
Y causa estupor porque no sólo se trata de El Mundo: contra Sarah Palin se han vertido los odios más irracionales. El Jueves, tan ingenioso otras veces a pesar de su mal gusto, presentaba a Palin en portada en figura de cerdo y con el apelativo de "ese ser". Odio irracional, rechinar de dientes. "... Sus corazones se consumían de rabia y rechinaban los dientes contra él"... Sólo faltó lapidarla en efigie.
¿Estupor, dije? Bueno, sólo de entrada. Todo es la mar de razonable.