19 noviembre 2008

Cera


Lo que más me admira de Ortega (y Gasset, claro) es su capacidad para ponerse a meditar sobre cualquier cosa y sacarle punta. Leo en La deshumanización del arte:

Ante las figuras de cera todos hemos sentido una peculiar desazón. Proviene esta del equívoco urgente que en ellas habita y nos impide adoptar en su presencia una actitud clara y estable. Cuando las sentimos como seres vivos nos burlan descubriendo su cadavérico secreto de muñecos, y si las vemos como ficciones parecen palpitar irritadas. No hay manera de reducirlas a meros objetos. Al mirarlas, nos azora sospechar que son ellas quienes nos están mirando a nosotros. Y concluimos por sentir asco hacia aquella especie de cadáveres alquilados. La figura de cera es el melodrama puro.


Cadáveres alquilados... En un examen me cargué una pregunta entera por empezar diciendo: "Ortega y Gasset fue un poeta madrileño..." A veces pienso que la alumna no iba tan falta de razón. Ante Ortega siento muchas veces lo que decía Vintila Horia por una película de Fellini: me entran ganas de reír de puro gozo. Así con su artículo "Arte de este mundo y del otro", recogido en el volumen citado. Qué alarde.