18 noviembre 2008

Floresta española de varia caballería


Lo sobrenatural o lo maravilloso ha sido común a todas las literaturas, que necesitan del misterio porque el misterio está ahí, como un dato de experiencia. El caballero es una de las múltiples formas (y una de las más atractivas) que adquiere el hombre cuando quiere sublimarse. Es casi como un santo y a veces (como en el caso de Percival, o Parsifal, o etc.) se funde con él. En todo caso, el caballero es alguien que entrega su vida a algo o a alguien, algo o alguien relacionado con el misterio. en el menos sublime de los casos, se trata de una mujer, la dama de los sueños del caballero andante. Pero sabemos muy bien (aunque sea simplemente por Bécquer) cómo la mujer ha sido con frecuencia símbolo o encarnación del ideal, del misterio, de ese algo superior por el que merece la pena vivir; no importa que lo carnal haya tenido también su papel, y papel importante, en las peripecias de los caballeros; es que lo carnal es también un dato de experiencia del que no podemos prescindir, y aparece en la cabellería con significaciones muy diversas.

Todo esto, y mucho más, cabe deducir del entusiástico canto a la caballería que Luis Alberto de Cuenca, jovencito aún entonces, pone como introducción a los tres tratados españoles sobre la caballería (Raimundo Lulio, Alfonso X, don Juan Manuel) incluidos en esta Floresta. Ojo al epílogo.

Nota redactada en junio de 1999. Es un volumen de la "Biblioteca de heterodoxos, marginados y visionarios", peregrina ocurrencia de la Editora Nacional que acabó regalando a todos los centros docentes; y uno de los pocos volúmenes valiosos.