Hay que conceder mucha carga metafórica a esta mujer para no tachar a Vintila Horia de hereje: "si alguno dijere que el amor a una mujer puede otorgar la salvación, sea anatema", y tal. Por fortuna, nos encontramos ante una novela, no ante un libro de espiritualidad. Y como tal novela, no cabe duda de que resulta tan bella como audaz. Pensaba yo, a propósito de una novela de Perucho, que estaba ante el summum de la experimentación narrativa, porque mezclaba como si tal cosa épocas diferentes, sin salir del mismo capítulo. Pues hete aquí que, apenas has leído unos cuantos párrafos de Una mujer..., te das cuenta de que están hablando dos personas distintas dentro de la misma secuencia narrativa, siendo el punto y aparte la única separación de sus parlamentos. Toma audacia y toma audacia no gratuita, porque ¿de qué otra manera podría darse a entender mejor la fusión que experimentan los amantes ("amada en el amado transformada")? Item más: cuando abordas el segundo capítulo, te das cuenta de que allí se está interfiriendo otra época y otra acción, aunque con los mismos personajes. Ocurrencia peregrina que, para quien conozca la pericia novelística de Vintila Horia, no será ocasión de tirar el libro, sino de seguir adelante en busca del fundamento de aquel enigma. Que quizá, sabiendo de las aficiones metafísicas del autor, sea complicado encontrar. Pero queda uno compensado por la profunda belleza ("embrujo", sí) del lenguaje novelístico de Vintila.
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