"Suponía que los funcionarios del Estado constituían una familia unida, amistosa, que se preocupaba constantemente por la tranquilidad y el contento recíprocos, que la asistencia al lugar de trabajo no era un hábito obligatorio al que debía uno atenerse todos los días y que el barro, el calor o simplemente una indisposición eran pretexto suficiente y legal para no acudir al mismo.
¡Cómo se disgustó Oblomov al ver que se requería un terremoto, al menos, para que un funcionario sano no se presentase en su departamento! Y como es bien sabido, no suele haber terremotos en San Petersburgo. También una inundación podría, claro está, servir de impedimento, mas tampoco estas eran frecuentes."
Iván A. Goncharov, Oblomov
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