19 enero 2012
Necesidad del mito
El mito es necesario porque el mito es la Palabra, así, con mayúscula; es la verdad. Con lo cual, Luis Alberto de Cuenca pasa por encima de aquella dicotomía que aprendimos en las clases de Filosofía, según la cual el mito se oponía al logos, siendo este propio de una sociedad, digamos, adulta, mientras que aquel sería patrimonio de culturas en minoría de edad.
Pero, si el mito es la verdad, sólo cabe concluir que, o bien todos los mitos vienen a ser el mismo, o bien cada pueblo tiene su verdad. Cuenca no llega a definirse en este aspecto, pero sí que insiste en las similitudes de personajes, hechos... que observamos en los mitos. Así, por ejemplo, la muerte y resurrección del dios. Uno ya suponía que Cuenca iba a adoptar una perspectiva de indiferentismo religioso, muy snob por otra parte, aunque no para negar lo religioso sino para afirmarlo, en una especie de globalización de lo sagrado. No distingue, pues, la Revelación cristiana de los mitos, pero, eso sí, la afirma como la más prodigiosa síntesis de todos los mitos precedentes. Sin explicarlo mucho, ni poco.
Su distinción entre mito, leyenda y cuento es más seria que todo esto, y algo superficial quizá (aunque muy propia de un mitómano) su idea de que los viejos mitos perviven en los actuales héroes del cine y del cómic. Más de acuerdo me siento con su visión de las ideologías del siglo XX, nacionalsocialismo y marxismo, como nuevos mitos; no porque sean verdad, sino por constituir una interpretación total del mundo con pretensión de verdad, incluyendo héroes individuales y colectivos.
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