28 septiembre 2010
Su único hijo
Anodina y excesiva. La historia de Bonifacio Reyes y su braguetazo con Emma Valcárcel me ha parecido una simple novela galante que podía haber estado animada por el genio satírico de Clarín, pero se queda en un largo regodeo con las vanidades que al final no conduce (al menos yo no lo veo) a nada relevante. Aplicar el microscopio a la tontería humana como él lo hace resulta gracioso en los cuentos, pero en trescientas páginas empalaga, si no hay detrás un Fermín de Pas o una Ana Ozores. En definitiva, no te lo crees: no hay gente tan tonta, es lo que te sale exclamar, al cabo de unos cuantos capítulos.
Lo mejor de Su único hijo es lo que puede tener de profecía sobre tantos matrimonios actuales apegados a mil caprichos personales y olvidados de la finalidad última de su matrimonio hasta el punto de dar al traste con él. Lo de Bonifacio, deseando tardíamente un hijo como tabla de salvación y aceptando patéticamente el que otro hombre le ha engendrado, no es sino un símbolo cruel de tantas vidas abocadas al absurdo por haber jugado con fuego durante demasiado tiempo.
Nota redactada en mayo del 2010
Otra referencia a esta obra aquí
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