07 junio 2010

Milagros


...los milagros nunca conturbarán al realista. No son los milagros los que inclinan al realista hacia la fe. El verdadero realista, si no es un creyente, siempre encontrará en sí fuerza y capacidad para no creer ni en el milagro, y si este se le presenta como hecho incontestable, el incrédulo preferirá no creer a sus sentidos que admitir el hecho. Si llega a admitirlo, lo hará como si se tratara de un hecho natural, aunque desconocido de él hasta entonces. En el realista, la fe no nace del milagro, sino el milagro nace de la fe. Si el realista llega a creer, por su realismo ha de admitir también sin falta, precisamente, el milagro. Santo Tomás apóstol declaró que no creería mientras no viera, y cuando hubo visto, exclamó: "Señor mío y Dios mío!" ¿Fue el milagro lo que le obligó a creer? Lo más probable es que no, y si creyó fue tan solo porque deseaba creer y, quizá, creía ya por entero, en lo más recóndito de su ser, incluso cuando pronunció las palabras: "No creeré mientras no vea."

Fiódor M. Dostoievski, Los hermanos Karamázov

__