09 junio 2010
Las bostonianas
Y al final nos quedamos sin saber lo que opina Henry James sobre el feminismo. Dado el afán de tantos novelistas por adoctrinar, me parece un mérito. Iba a decir novelistas actuales, pero no, claro. Esto del novelista adoctrinador viene de antiguo, que se lo digan a Galdós o a Pereda. Bien, el caso es que, en una novela cuyo tema central es el feminismo, resulta difícil no implicarse. Pero aquí tenemos a Henry James, siempre penetrando hasta la médula de los pensamientos de sus criaturas y siempre distanciado por igual de todas ellas.
¿Dije el tema central? Bueno, lo es en apariencia, claro. El auténtico motor de la trama es la lucha entre Olive Chancellor y Basil Ransom por Verena. Hay algo más que entusiasmo ideológico en Olive por su amiga, eso lo vería un ciego, y sin embargo no se puede dejar de admirar, tampoco, la finura con que James evita hasta la más fugaz mención de un amor lésbico. Al final, el chico se lleva a la chica, pero James no nos decepciona ni en el desenlace: su distanciamiento a ultranza impide incluso un final completamente feliz: sólo nos da un realista sí, pero, un quién sabe...
Nota rdactada en febrero del 2008
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