03 octubre 2009

Superdotados


En el paganismo, donde dominaba la "especie", la aspiración ambiciosa era la de convertirse en aquel "ser extraordinario" que de alguna manera se sustraía a ella y la dominaba, como el déspota o el tirano. El Cristianismo devolvió al hombre común su grandeza de persona -en virtud de su libertad-, que todos (cada uno de todos) tenían y podían y debían desarrollar en forma "extraordinaria". La Modernidad, al abolir el Cristianismo, nos ha reintroducido en la especie. Y aquí, ya reducidos a número, a un ejemplar más de la serie, lo único que puede distinguir es estar "superdotado": un azar de la genética o de la "fortuna", cuando no un buen resultado tecnológico. A esto debemos oponer enérgicamente la esencialidad de la libertad, como capacidad de amar electivamente el bien para los otros, que es donde realmente -por la directa creación divina de cada alma- somos todos iguales, que es lo que nos hace a todos realmente excelentes y superdotados, y donde depende de cada uno lo que llegue a ser definitivamente y para la eternidad.

Carlos Cardona, Ética del quehacer educativo


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