15 octubre 2009

Mis encuentros con Franco


Esperaba mucho más de este libro. Y, aunque esperase poco, aún da mucho menos. Da la impresión de que Pemán se hubiese visto obligado, por la coyuntura y por el Consejo Privado, a escribirlo y lo hubiese hecho sin ganas. Es un libro absolutamente de temporada, como muchas canciones, donde ni el autor se explica con claridad sobre sus opiniones ni nos da a conocer aspectos nuevos (ni viejos) del protagonista, o sea el Caudillo. El culteranismo de su estilo le sirve aquí (o a mí me lo parece) para practicar el cantinflismo. Párrafos enteros sin sustancia, ejercicios retóricos de una pobreza de contenido casi umbraliana y sin la brillantez de la estrella de El Mundo, me habrían hecho abandonar la lectura (a punto estuve) si no fuera porque el volumen contiene muchas fotos y eso hacía esperar un desenlace más rápido.

Sólo hubo un momento de emoción: unas pocas páginas en que José María le dirige a Franco una seria advertencia sobre los riesgos de la arbitrariedad en el seno de un régimen personalista, en una entrevista que sostuvieron a raíz de ser destituido Pemán, por una tontería política, del cargo de director de la RAE. Un discurso que vale por todo el libro y que tengo para mí que, al no poder ser editado en folleto, lo recubrió de doscientas cincuenta páginas más para que pudiera ver la luz.


Nota redactada en septiembre de 1999


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