Haber nacido el 24 de diciembre supone tener como invitado al Niño de Belén en cada cumpleaños... Y, como siempre, el primer impulso será meterme debajo de la alfombra, como cuando, de chico, en estas fechas, llamaban al teléfono. ¿Y qué le digo? Ya ves, ´ta y cinco ya y tocando el violón...
Y, una vez más, no habrá ceño ni llanto. Sólo la mirada que desarma, y la sonrisa; y la promesa: el ´ta y seis será el año. Ya lo verás, Bonito.
Feliz Navidad.