17 julio 2008

Un hombre con un solo ojo

-Pawel, la mente humana es lo más asombroso de cuanto se haya creado. Este autor acaba de “demostrar” que el universo no existe. Insiste, de la forma más razonable, en que todos nosotros, tú, yo y todo cuanto existe, somos proyecciones de su mente. Su mente, ¿entiendes?, no la tuya o la mía.

-¿Quién ha escrito eso?

David se lo dijo.

-Sí. Ese es uno de tantos pensamientos de los que se alimentaron los precursores de Hitler. El autor al que lees contribuyó a crear el clima social que engendró a los nazis.

-Entonces las ideas son algo más que meras abstracciones.

-Tal y como los acontecimientos de nuestro siglo han demostrado.

David hizo una mueca y arrojó el libro al suelo.

-¡Esto es
sitra ahra!

-Sí, creo que tienes razón. No resulta nada bueno que los hombres brillantes se sirvan del pensamiento para destruir el pensamiento.

-Tal vez sería mejor no pensar. En la vida, quizá sólo debiéramos rezar.

-¿No pensar? ¿Tengo que oírtelo decir
a ti?

-Disculpa, pero hay veces en que hasta dudo de la mente.

[...]

-¿No sería más acertado decir que nuestro filósofo loco es como un hombre con un solo ojo?

-¿Y qué sería el ojo que le falta?


-La belleza –dijo Pawel-. El universo es bello. No tendría por qué. ¿Por qué es bello el universo? No puedo creer que ese filósofo contemplara alguna vez la obra de la Creación. Como mucho, creía contemplarla.

-Y nunca la amó.


-Es posible que amara partes de ella, pero no el todo.

Michael D. O´Brien, El librero de Varsovia.
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