28 diciembre 2011
El capitán Veneno
El capitán Veneno es un miles gloriosus en plan caballero cristiano español. Cuando despierta en casa de la Generala y Condesa de no sé cuántos, rodeado por tres mujeres (madre, hija y criada) se pone a maldecir de su suerte y a blasonar de su carácter arisco y su misoginia. Y lo que nos presenta Alarcón es la clásica historia del corazón de oro que desborda por entre la máscara que su dueño ha querido fabricarse. Historia sencilla como un haba y que Alarcón renuncia a prolongar más allá de las sesenta páginas que ocupa en esta edición de Austral; pero que le sirve para exhibir esas dotes de narrador que no acertó a aplicar a temas más profundos, y que nos mantienen enganchados como tontos.
Si no para otra cosa, al menos una novela como esta sirve para recordarnos que somos personas y no mulas tordas, y que eso tiene que notarse. Incluso un beato de esa moral que él cree marcial y viril y que consiste en ahogar los sentimientos como si fuesen malas tentaciones, incluso el capitán Veneno se mantiene a una altura de dignidad en el trato que hoy nos parece casi extravagante. A veces uno se pregunta por qué estas dos personas, don Jorge y la señora Angustias, no se hablan sin tanto rodeo, no se franquean el uno con el otro de modo más natural. Donde hay confianza da asco, y nosotros venimos del hippismo y el 68. No nos viene mal una pasada por esa cosa que llamaban crianza, a ver si se nos quitan los modales de tetrabrik.
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