Hombre, claro, ya con tres... Y el último porque me descuidé.
Ya pararéis, ya paramos. Como si se estuvieran poniendo ciegos a copas. Y sólo les falta añadir lo del Media Markt: "yo no soy tonto".
Triste, muy triste. Porque en ese punto concreto, en el ya paramos, el matrimonio ha fracasado. El divorcio o la separación subsiguiente no será más que el desgajarse de lo que ya estaba muerto. Lo que resta no es sino jardín de infancia por el día, y mancebía por las noches. Y eso por mucho que sea el afecto hacia los hijos. También puede sentirlo una monitora de guardería por sus pupilos, y una solterona por sus perros.
¿Injusto? No creo. Duro, tal vez. Nunca lo expresaría en estos términos ante los interesados. Pero se escriben por ahí barbaridades mucho mayores sobre sobre el matrimonio y la familia llamados tradicionales, yo digo naturales. ¿Por qué tendríamos otros que ser más diplomáticos?
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