26 noviembre 2009

Ámbito


Lo que sorprende, en una mirada superficial, de Ámbito es la elaborada estructura (no la voy a contar, véase sin más), y me pregunto si sería un capricho o respondería a una intención bien meditada. En fin. Aquí tenemos a un Aleixandre aún no surrealista, sino metido de lleno en eso que llamaban la poesía pura, casi siempre entre comillas. Lo que (aquí por lo menos) no significa ausencia de hálito humano.

La noche es el motivo central del poemario, esa noche que, iba a decir desde Novalis, pero no, claro, desde san Juan de la Cruz es ámbito propicio para los encuentros, para los descubrimientos más allá de la razón. "Campo desnudo. Sola la noche inerme. El viento insinúa latidos sordos contra sus lienzos". Lo orgánico y lo telúrico no hallan nunca fronteras en la poesía de Aleixandre. "Venías cerrada, hermética, a ramalazos de viento crudo, por calles tajadas a golpe de rachas, seco". Tampoco hallan fronteras lo sólido y lo incorpóreo. Es más, toda realdad acostumbra a tomar cuerpo. Lo que ocurre rara vez es que algo (y sobre todo un ser humano) se singularice, y por eso sorprende saber que el R. S. al que va dedicado "Retrato" es Ramón Serrano Suñer, nada menos.

"Su lengua -sal y carne- dice y calla. La frase se dilata, en ámbito se expande y cierra ya el sentido, allá en lo alto -terraza de su frente- sobre el vivaz paisaje". Ahí es nada, el cuñadísimo extendiéndose como una figura de Dalí. En fin, Aleixandre.


Nota redactada en enero del 2006.


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