Creo que el cisma lefebvriano tuvo que ver más con el apego a las propias ideas que con cualquier otra consideración. El desmadre posconciliar contribuyó a cargar de razón al ex obispo de Dakar y a los suyos. Pero una cosa era ese desmadre, ya encauzado en gran parte, y otra ciertas implicaciones del propio concilio que ellos no estaban dispuestos a aceptar, porque eran como renunciar a una alhaja a la que, aunque apolillada, se le tenía un cariño especial.
Hablo de la misa de san Pío V, claro, a la que suelen considerar, ignoro por qué, como la misa “de siempre”; pero también del rechazo de conceptos como el de libertad religiosa o de las conciencias, equiparado contumazmente al indiferentismo, de donde se deriva la defensa cerrada de la confesionalidad del Estado y, en definitiva, de un culturalismo católico tan vistoso como pesado.
Pero, si el Concilio fue un error, como siguen manteniendo muchos tradicionalistas, tampoco hay motivo para dar fe al resto de los concilios, y acabaríamos cayendo en la aporía. Celebremos la vuelta a la comunión de estos hermanos.
Hablo de la misa de san Pío V, claro, a la que suelen considerar, ignoro por qué, como la misa “de siempre”; pero también del rechazo de conceptos como el de libertad religiosa o de las conciencias, equiparado contumazmente al indiferentismo, de donde se deriva la defensa cerrada de la confesionalidad del Estado y, en definitiva, de un culturalismo católico tan vistoso como pesado.
Pero, si el Concilio fue un error, como siguen manteniendo muchos tradicionalistas, tampoco hay motivo para dar fe al resto de los concilios, y acabaríamos cayendo en la aporía. Celebremos la vuelta a la comunión de estos hermanos.