Me recuerda lo que explicaba un amigo mío, hablando de la simpatía de las mujeres de izquierdas por el Islam y su repudio de la Iglesia. Según él, estaría presente lo que decía Maquiavelo cuando comparaba a la mujer con la fortuna:
... para dominarla hay que tratarla sin miramientos, demostrando la experiencia que sale vencedor de ella el que la fuerza y no el que la respeta. Como mujer, es siempre amiga de la juventud, porque los jóvenes son con ella poco considerados y muy audaces y vehementes.
Esa nostalgia del palo, que arrastraría a las feministas a las barbas de Arafat o de ben Laden, sería el envés de su rechazo del cristianismo, que proclama la dignidad de hombre y mujer frustrando así la realización de tales pulsiones. Feministas y gays se comportarían, según eso, como la mujer despechada que denuncia a su hombre acusándolo de hacer con otras lo que esperaba que hiciera con ella.
Yo siempre le he dicho que es un exagerado. Pero hasta hoy no he encontrado una explicación alternativa.