Cuando nos esforzamos por ser piadosos, que es lo que debemos hacer, las fórmulas de oración tienen una gran ventaja, que es apartarnos de una piedad egocéntrica, moderar las emociones, darnos paz, recordarnos quiénes somos y dónde estamos, llevarnos hacia un modo de ser más sereno y más puro, y a un hondo e imperturbable amor de Dios y de los demás, que en eso se encierra toda la ley y la perfección de la humana naturaleza.
Newman, Sermón
20, en Sermones parroquiales, 1