01 marzo 2012

La escuela contra el mundo


Empezamos a estar de vuelta del paradigma LOGSE, como lo llaman algunos, aunque ahora nos queda la ingrata penitencia (a pagar por los justos junto con los pecadores, como suele suceder) de lidiar con sus frutos, esas criaturas creciditas que, después de tomar por asalto sus casas y sus colegios, se disponen a hacer lo mismo con las instituciones. La escuela contra el mundo apareció sólo un poco antes de que estallara el movimiento de los indignados, del que viene a ser una profecía. El libro reivindica el papel del profesor frente a una pedagogía que lo ponía bajo sospecha, y afirma el valor de la transmisión de conocimientos frente al puro aprender a aprender (frase que se quedaba, sin complementos directos, en una vacuidad comparable al derecho a decidir que proclaman otras). En ese sentido, los indignados son una excrecencia logsiana, una especie a la que se le ha enseñado muy bien lo mal que se comporta por ahí la gente, pero no se les ha mostrado la manera de ser virtuosos, lo que acaba llevando a una estéril hipocresía sentimental, en expresión del propio Luri.

¿Un libro más de crítica contra la LOGSE? Hay una diferencia fundamental. Bueno, hay algunas otras: la amplia cultura del autor y su buen hacer literario se hacen notar. Pero además Gregorio Luri trata de insuflar optimismo: insistir sólo en los males de la enseñanza nos hace embarrancar y no conseguimos sino ahondar el problema. Ese optimismo se traduce en un humor amable que no deja de ser cáustico cuando conviene. Así, por ejemplo: según la pedagogía vigente, Yahveh debería haber dado "las diez sugerencias para el debate" en lugar de los diez mandamientos.

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