29 marzo 2012

Cuadernos de escritura


Se reúne con este nombre una buena colección de aforismos de Carlos Pujol sobre el fenómeno literario, junto a algunos artículos, agrupados en tres colecciones que llevan las fechas de 1988, 1998 y 2008. De tener que dar un juicio sumario sobre lo que aquí se dice, apuntaría que Pujol se distancia de toda visión romántica de la literatura, que no es para él algo que nos pueda salvar, ni una técnica de conocimiento ni nada rimbombante por el estilo. Antes bien, se declara ajeno a cualquier propósito de trascendencia y pone cuidado en dejar claro que los grandes novelistas (para él, los del XIX) no lo tuvieron. Algo que coincide con la persona que dejan ver sus novelas, un tipo irónico y juguetón, elegante y contenido en el ejercicio de esas cualidades. Muy británico, si se acepta el tópico.

Es estilo es tan pulido como el de La sombra del tiempo o Es otoño en Crimea, y si es sentencioso (claro) en los aforismos, da la sensación en los artículos de no querer ir más allá de lo que le han preguntado (es un modo de hablar), pero con aportaciones tan sugerentes que uno se queda con ganas de más. Bien es cierto que muchas de las cosas que aquí se dicen han sido cien veces dichas ("Escribimos lo que deciden las palabras"); otras parecen la conclusión de una larga reflexión sobre el propio quehacer ("Sólo existe un buen método: el indirecto. Decir las cosas cara a cara es el suicidio del escritor") y, en conjunto, constituyen unas maniobras de acercamiento a la esencia de lo literario, que se halla en un difícil equilibrio entre realidad y fantasía, o delirio.

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