29 enero 2011

Gramática de la lengua castellana (Nebrija)


Para valorar una obra como esta en su justa medida hay que hacer abstracción de la gracia que para nosotros, lectores de hoy, tiene el castellano de los siglos medios y áureos, lleno de una ingenuidad que en el fondo no es sino naturalidad y que hoy día se echa de menos: los libros de gramática son abstrusos, pedantes a menudo, como reconoce también Manuel Seco en el prólogo a esta edición. Un vistazo al texto nos hace ver lo poco que ha cambiado la enseñanza de esta disciplina. Hay en ella conceptos después rechazados, como el de modo optativo, pero a la vez hay intuiciones agudas, como la de no considerar como forma verbal al participio de presente o el no incluir a la voz en el número de los accidentes del verbo. Digo que son intuiciones agudas porque durante mucho tiempo la gramática del español (y supongo que también la de otras lenguas romances) ha dependido en exceso de la latina. Y es por eso por lo que, como nos dice también Manuel Seco en la introducción, esta obra ha conocido escasa fortuna en los siglos posteriores: nunca se estimó necesario (y es un dato que me chocó, porque no lo conocía) el aprender la gramática de la propia lengua, que estaba implícita, se suponía, en la competencia del hablante. Hay que destacar también, por último, cómo Nebrija intenta adaptar la terminología: pasado no acabado, pasado más que acabado, etc.

Nota redactada en junio del 2001. Es una edición de esas enanas de la editorial Aguilar, colección Crisolín.


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