Siempre me han presentado esta novela como una de las prescindibles de su autor, o casi: al menos como un primer tanteo, tras el cual adquiriría su verdadera cara como novelista. De su primera novela, en efecto, se trata (premio Planeta 1955), pero me parece una de las mejores que le conozco. Nada de tanteo: es ya una novela de realismo total, más sólida que alguna de las últimas. Hay aquí tres pisadas distintas, como reza el título: tres modos diferentes de dejar huella en el mundo, ninguna especialmente edificante, pero bien trazadas. Para ello recurre, como es lo más normal en una novela de cortas dimensiones, a una situación extraordinaria, un contexto de aventura en este caso, aunque el contexto aventurero es aquí sólo eso, contexto. Tenemos una peripecia de contrabando narrada sucesivamente por sus tres protagonistas (¿a quién?, importa poco; sólo decir que el narratario también varía según el personaje y la situación). Los tres se nos delinean primorosamente a través de su discurso: lúbrico y salvaje Gad, indeciso y apocado (pero inteligente) Juan, desesperado y resuelto Luigi.
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