21 febrero 2007

Libertad de mi opinión

De jovencito viví la transición con escepticismo, porque conocía sobradamente la catadura de quienes empezaron a copar las calles haciéndose lenguas de libertad, democracia y otros nobles conceptos que rimaban poco con los símbolos que exhibían y con su propia historia. El tiempo decantó todo aquel magma y pudimos ver quiénes de aquellos eran los que luchaban por la libertad de opinión y quiénes los que luchaban por la libertad de su opinión. Fenómenos como el pacto del Tinell, la proyectada creación de comisiones de la verdad o las continuas agresiones de la izquierda contra quienes se apartan de la corrección establecida (véanse casos Correal contra Luis del Pino, Bardem contra Libertad Digital, del Olmo contra FJL) han confirmado nuestros peores augurios juveniles, a pesar de los años en que todo pareció normalizarse. Afianzados en el poder, incluso la palabra libertad ha desaparecido misteriosamente de sus bocas.