11 noviembre 2025

El expediente Canaima

Arranca con un tipo abatido de un tiro, al mejor estilo de La muerte tenía un precio. Sigue un largo macguffin donde el malo parece que va a ser ese chulo violador venido a más que llega a asustar de verdad a Lola. Y acaba centrándose en el asunto principal, una fenomenal corruptela bastante similar a lo que vemos estos días por estos pagos. De hecho, está claramente descrito el modus operandi habitual de estas triquiñuelas; a mí, al menos, me ha ayudado a entender tinglados como el de Aldama, Koldo y demás. Aquí el cuerpo del delito es una carretera en Venezuela: unos centímetros de arcén a la baja, y esto pa ti, esto pa mí, esto pal partido. Como con los hidrocarburos, también venezolanos, de la trama española, también con intervención norteamericana, y también con muertos por en medio (porque aquí también hemos tenido, de momento, un “suicidio”, aunque casi nadie lo recuerde).

 Aunque la juez Lola Mc Hor es la protagonista, no puede decirse que sea ella, como es de rigor en el género, quien resuelve el caso, sino que más bien se ve involucrada y no le queda más remedio que tirar adelante con ello, [destripe] con la ayuda inestimable del FBI, auténtico deus ex machina de la acción, que con sus avanzadas técnicas de seguimiento consiguen, aun al margen de la ley, proteger a Lola y atrapar a los culpables [fin del destripe]. Aunque no hay sorpresas a lo Agatha Christie (o al menos es una sorpresa muy relativa), la autora consigue mantener el interés a lo largo de un volumen respetable de páginas.

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